Presentación
En el marco del debate académico, se reconoce que
existen diferentes acepciones del término competencia, en función de los
supuestos y paradigmas educativos en que descansan. La perspectiva
sociocultural o socioconstructivista de las competencias aboga por una
concepción de competencia como prescripción abierta, es decir, como la
posibilidad de movilizar e integrar diversos saberes y recursos cognitivos
cuando se enfrenta una situación-problema inédita, para lo cual la persona
requiere mostrar la capacidad de resolver problemas complejos y abiertos, en
distintos escenarios y momentos. En este caso, se requiere que la persona, al
enfrentar la situación y en el lugar mismo, re-construya el conocimiento,
proponga una solución o tome decisiones en torno a posibles cursos de acción, y
lo haga de manera reflexiva, teniendo presente aquello que da sustento a su
forma de actuar ante ella.
Por lo anterior, una
competencia permite identificar, seleccionar, coordinar y movilizar de manera
articulada e interrelacionada un conjunto de saberes diversos en el marco de
una situación educativa en un contexto específico. Esta caracterización tiene
sus fundamentos en el siguiente conjunto de criterios:
· Las competencias
tienen un carácter holístico e integrado. Se rechaza la pretensión sumativa y
mecánica de las concepciones conductistas. Las competencias se componen e
integran de manera interactiva con conocimientos explícitos y tácitos,
actitudes, valores y emociones, en contextos concretos de actuación de acuerdo
con procesos históricos y culturales específicos.
· Las competencias se
encuentran en permanente desarrollo. Su evaluación auténtica debe ser continua,
mediante la elaboración de estrategias que consideren el desarrollo y la mejora
como aspectos que integran el desempeño de una competencia.
· Las competencias se
concretan en diferentes contextos de intervención y evaluación. El desarrollo
de las competencias, así como su movilización, debe entenderse como un proceso
de adaptación creativa en cada contexto determinado y para una familia de
situaciones o problemas específicos.
· Las competencias se
integran mediante un proceso permanente de reflexión crítica, fundamentalmente
para armonizar las intenciones, expectativas y experiencias a fin de realizar
la tarea docente de manera efectiva.
· Las competencias
varían en su desarrollo y nivel de logro según los grados de complejidad y de
dominio. Las competencias asumen valor, significatividad, representatividad y
pertinencia según las situaciones específicas, las acciones intencionadas y los
recursos cognitivos y materiales disponibles, aspectos que se constituyen y
expresan de manera gradual y diferenciada en el proceso formativo del
estudiante.
· Las competencias
operan un cambio en la lógica de la transposición didáctica. Se desarrollan e integran
mediante procesos de contextualización y significación con fines pedagógicos
para que un saber susceptible de enseñarse se transforme en un saber enseñado
en las aulas y, por lo tanto, esté disponible para que sea movilizado por los
estudiantes durante su aprendizaje.
Derivado de lo
anterior, en este plan de estudios se entiende como competencia al desempeño
que resulta de la movilización de conocimientos, habilidades, actitudes y
valores, así como de sus capacidades y experiencias que realiza un individuo en
un contexto específico, para resolver un problema o situación que se le
presente en los distintos ámbitos de su vivir.
En todos los casos el
concepto de competencia enfatiza tanto el proceso como los resultados del
aprendizaje, es decir, lo que el estudiante o el egresado es capaz de hacer al
término de su proceso formativo y en las estrategias que le permiten aprender
de manera autónoma en el contexto académico y a lo largo de la vida.
El desarrollo de
competencias destaca el abordaje de situaciones y problemas específicos, por lo
que una enseñanza por competencias representa la oportunidad para garantizar la
pertinencia y utilidad de los aprendizajes escolares, en términos de su
trascendencia personal, académica y social. En el contexto de la formación de
los futuros maestros, permite consolidar y reorientar las prácticas educativas
hacia el logro de aprendizajes significativos de todos los estudiantes, por lo
que conduce a la concreción del currículo centrado en el alumno.
En el enfoque basado
en competencias la evaluación consiste en un proceso de recolección de
evidencias sobre un desempeño competente del estudiante con la intención de
construir y emitir juicios de valor a partir de su comparación con un marco de
referencia constituido por las competencias, sus unidades o elementos y los
criterios de desempeño y en identificar aquellas áreas que requieren ser
fortalecidas para alcanzar el nivel de desarrollo requerido, establecido en el
perfil y en cada uno de los cursos del plan de estudios. Con base en el
planteamiento de que las competencias son expresiones complejas de un
individuo, su evaluación se lleva a cabo a partir del cumplimiento de niveles
de desempeño elaborados ex profeso.
De esta manera la
evaluación basada en competencias implica, entre otros aspectos, que éstas
deben ser demostradas, por lo que requieren de la definición de evidencias, así
como los criterios de desempeño que permitirán inferir el nivel de logro. Este
tipo de evaluación no excluye la verificación del dominio teórico y conceptual
que necesariamente sustenta la competencia. En ese sentido, se requiere una
evaluación integral e integrada de conocimientos, habilidades, actitudes y
valores en la acción.
Desde esta
perspectiva, la evaluación cumple con dos funciones básicas, la sumativa de
acreditación/certificación de los aprendizajes establecidos en el plan de
estudios y la formativa, para favorecer el desarrollo y logro de dichos
aprendizajes; esto es, el desarrollo de las competencias y de sus elementos.
Dicho de otro modo, la función sumativa puede caracterizarse
como evaluación de competencias y la evaluación formativa
como evaluación para el desarrollo de competencias ya que valora los
procesos que permiten retroalimentar al estudiante.
Con base en lo
anterior, la evaluación basada en competencias se caracteriza por centrarse en
las evidencias de los aprendizajes (definidos en parámetros y en criterios de
desempeño) y por ser integral, individualizada y permanente; por lo tanto, no
compara diferentes individuos ni utiliza necesariamente escalas de puntuación y
se realiza, preferentemente, en situaciones similares a las de la actividad del
sujeto que se evalúa.
Para ello, es
importante utilizar las propias tareas de aprendizaje
como evidencias, ya que permiten una evaluación del proceso de
aprendizaje y no sólo de los resultados. Si la evaluación pretende ser
integral, habrá de utilizar métodos que permitan demostrar los conocimientos,
las habilidades, las actitudes y los valores en la resolución de problemas.
Requiere además, seleccionar métodos y estrategias acordes para el tipo de
desempeño a evaluar. Por lo anterior, es posible utilizar entrevistas, debates,
observación del desempeño, proyectos, casos, problemas, exámenes y portafolios,
entre otros.
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